Robadones

Atmósfera castellana y popular. Este agradable lugar dibuja lo que podría ser un bello escenario del siglo de Oro.  El caserío acompaña la plaza en humilde sintonía entre troneras, balcones y galerías de madera dejando en lo más alto el gran castillo, cómo un náufrago surcando los valles castellanos, vigía y faro entre recias torres que amparan la llegada de neuvas.

Del árabe hispánico alkafál.  Pueblo de cala y pomada menorquín. No más de un centenar de habitantes. Sencillo en su construcción, cubiertas bajas, arcos y muro encalado; ambiente familiar, cercano y ciertamente marinero. En los meses de verano es destino ideal para disfrutar del baño o pasear por el cami de cavalls que acoge al otro lado de la cala. La mañana en la cala es ajetreada y bulliciosa, pero al caer el sol, esconde entre sus rocas y suave arena hermosos atardeceres; historias de mar y piratas escondidas bajo el horizonte y naufargadas en está isla del Mediterráneo.